viernes, 18 de diciembre de 2015

Novena de Navidad, tiempo de esperar... y agradecer...

Estamos ya de lleno en la etapa final del Adviento, viviendo la espera gozosa de la  Novena de Navidad, con la enorme alegría que nos produce el nacimiento de Jesús nuestro salvador, que ya esta cada día mas cerca, y nuestros corazones se llenan de esperanza, pues ya esta por nacer el que habrá de llevarnos a la gloria de la resurrección, y a la vida eterna en la casa del Padre.

Es entonces, este tiempo, una espera que nos ilusiona y nos alegra, pues ya brilla en nuestro horizonte la estrella que nos guía hacia ese lugar humilde, donde habrá de nacer el pequeño Jesús, la estrella que guió a los sabios de oriente que siguieron su rastro hasta Belén de Judea, que "cuando vieron la estrella se llenaron de alegría" (Mt 2,10), así hoy nuestros corazones se llenan de alegría ante la cercanía del nacimiento de Jesucristo nuestro Señor, y el comienzo de nuestra salvación, por eso nuestros temores van desapareciendo, como despareció el miedo de los pastores que recibieron la buena nueva del ángel de Dios: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor" (Lc. 2,10-11), y en nuestras almas resuena el grito de jubilo de los humildes pastores: "Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado".


Esa alegría propia de estas fiestas,se hace mas gozosa en esta Novena de Navidad, donde durante nueve días acompañamos a María en su dulce espera, y evocando los nueve meses en que esperó paciente y obediente, el nacimiento del hijo de Dios, que vendría al mundo de su viente virginal, y al imaginar el jubilo de la madre del Salvador, nuestros corazones se llenan aun mas de alegría, por eso esta Novena de Navidad, nos invita a acompañar a María en su gozosa espera, y agradecerle su disposición, su obediencia a la voluntad de Dios Padre,porque la humildad del Si de María hizo posible el plan de Dios, y nos acercó a la salvación, trayendo al Mundo al Verbo que se hizo carne, al hijo del hombre que salvaría al mundo con su sacrificio en el calvario.



Demos gracias a Dios porque su amor fue tan grande que nos entregó a su propio hijo, para nuestra salvación, pero demos gracias a María Santísima, pues que hubiera pasado si ella hubiese dicho que no, que hubiera pasado de no haber existido una mujer que se santificó santificando al mundo dando a luz al hijo de Dios, pues su obediencia a la voluntad del Padre, nos permitió la salvación por medio de Jesucristo, que aceptó morir por nosotros en la cruz, todo gracias que ante el anuncio del Ángel de Dios, María piadosamente respondió: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho" (Lc 1,38), y a partir de ese momento el plan de Dios ya era una realidad, y la humanidad tuvo esperanza, no fue hasta el Nacimiento de Jesús que brilló la esperanza, quien llenó de esperanza a la humanidad fue María, que con su sí, nos entregó un legado de amor a Dios inigualable, una herencia de entrega y devoción a la voluntad del padre, que nos inspira a imitar a María y seguir a Dios como sus siervos obedientes y humildes, sin poner por delante nada, mas que la voluntad de Dios "hágase en mí lo que haz dicho", esa frase resume de la mejor manera como debe ser la vida de un cristiano, esperando que se haga en nosotros como Dios ha dicho.

Por eso doy Gracias a Dios porque eligió a la Madre perfecta para su hijo, y doy gracias a María Santísima porque gracias a ella hoy tengo esperanza de salvación, sin ella el evangelio no habría sido posible, ella es el principio del plan de Dios, el Arca de la Nueva Alianza, que en si seno custodió celosamente al cordero de Dios, y lo trajo al mundo de la manera mas humilde posible, para mostrarnos el camino de la salvación, que no es por una senda fácil, sino que es por medio del sacrificio, y la sencillez, porque ella no es Dios, no lo  es, pero ella nos acerca a Dios, tanto nos acerca que nos entregó a su hijo, para que Dios estuviera entre nosotros, vivo y dispuesto a dar la vida por nuestra salvación.

María merece todo nuestro respeto, pues las propias escrituras nos enseñan que debemos hacerlo " Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor, tu Dios, te lo ha mandado, para que tengas una larga vida y seas feliz en la tierra que el Señor, tu Dios, te da" (Dt 5, 16), por eso si María es la Madre del Hijo de Dios, Jesucristo nuestro señor, hijo de Dios e Hijo de María, debe honrarla para Gloria de Dios, pues Dios mismo lo ha mandado, y tanto honró Jesús a su Madre, que accedió a sus deseos a pesar de no querer hacerlo, como lo podemos ver si meditamos el evangelio según San Juan: 

"...la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas»...." (Jn 2,3.7

Claro que honró a su madre, claro que lo hizo pues esa es la voluntad de Dios, plasmada en las leyes que dejó Dios a Moisés, por eso nosotros como cristianos debemos honrarla como nuestra madre, pues así lo quiso Jesús en su agonía "Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa", por eso nosotros como discípulos de Jesús debemos acoger a nuestra Madre María en nuestra casa, en nuestros corazones, para poder gozar de larga vida y ser felices en la tierra, pues solo así estaremos imitando el ejemplo de Jesucristo nuestro Señor y cumpliendo con los mandamientos de Dios Padre. 

Por eso Soy Cristiano, soy Católico, y amo a María. porque soy discípulo de Jesús y cumplo su encomienda de cuidar de su Madre, que es mi Madre por voluntad suya y de Dios Padre, y por eso encomiendo mi vida a ella, para que con su ejemplo me guíe, y me inspire a alcanzar las gracias de Jesucristo nuestro Señor, y aunque se que ella no es Dios, y como tal no es quien hará milagros en mi vida, si es quien goza de la dicha de ser Honrada por su Hijo Jesucristo, quien accede ante todas sus peticiones, como lo hizo en las bodas de Caná de Galilea, María es la madre humilde y obediente a la voluntad de Dios, que no desea ser adorada, pero nos enseño a adorar la Gloria de Dios: 

"María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre»" (Lc 1,46-55)

Por eso, en esta espera del Nacimiento de nuestro salvador, es tiempo de dar gracias a María por ser la Mujer Humilde y Obediente que aceptó la misión de traer al Mundo a nuestro Salvador, y nos enseño con son vida a adorar a Dios y aceptar la Voluntad de Dios como servidores humildes y obedientes, es tiempo de acompañarla en su dulce espera, y hacer que como ella, nuestros corazones estén dispuestos a recibir a Jesucristo para que venga a transformar nuestras vidas 

¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él» (Lc. 2,14)

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